El 2 de Abril 1994, me encontraba en casa, esperando la visita del pastor Puertorriqueño Daniel Dávila a quien mi Esposa Luisa había invitado a fin de conocerle.

Luego de una larga conversación, de unas dos horas, y en las cuales yo le había hecho toda clase de preguntas de tipo espiritual y religioso, y las cuales él había contestado a cabalidad, yo le dije:

“Mire pastor, yo sé que soy pecador y que merezco ir a la condenación eterna…veo la Salvación como un lindo barco crucero, el cual un día zarpará; sin embargo, tengo dos problemas: primero, no tengo cómo comprar el pasaje en ese crucero; segundo: no veo el puente entre el muelle y el barco (por lo regular, por seguridad, debe existir un puente o gangway entre el muelle del puerto y el barco en sí).”

El pastor Dávila con mucha Sabiduría de lo Alto, me dijo:

“William, te tengo Buenas Noticias, tengo un Amigo, que ya te compró el pasaje para el Crucero y Él es el puente para que puedas abordarlo; Su Nombre es Jesucristo!”  

En ése momento, mi sensación espiritual fue la equivalente a una persona que ha nacido ciega, y que súbitamente adquiere la visión—fue algo indescriptible—la Presencia del Espíritu Santo en mi vida—y el cual me ha acompañado durante estos 40 años, Amorosamente guiándome en mi caminar como Cristiano y maestro de las Buenas Nuevas del Evangelio. Gracias Señor!

Entonces, espero que éste sitio y mis escritos, le sirvan para, de igual manera, recibir a Jesucristo como Señor y Salvador (Juan 3:3, 5) si Usted no es Creyente, o para crecer y solidificar su caminar Cristiano.

En el Amor de Cristo,

William.